domingo, 13 de diciembre de 2009

Yo amo el futbol (y un consejo para el amor)

Hoy hubo final de futbol.

Y aunque técnicamente no debiera haberme involucrado demasiado (al fin y al cabo, mi equipo, Pumas, no jugaba) sí me emocioné.

No es secreto para nadie que el futbol sencillamente me fascina y les quiero hablar un poco de él.

(Ahora, si ustedes no son lo que se dice “fanáticos”… ¡no se vayan todavía! Al fin de este escrito, y como reza el título, hay algo que, aunque relacionado con el futbol, puede que les interese)

Bueno, ya volviendo al futbol, les cuento que muchos me han preguntado qué de especial tiene.

Y yo contestaría que nada si lo vemos con frialdad. Es un deporte en el que varias personas corren sin descanso tras una pelota y tratan de hacer que entre en la portería enemiga. En las reglas no hay gran ciencia y por supuesto, los partidos no son nada complicados de comprender.

Sin embargo, con esa definición me estoy quedando muy cortita. El futbol es mucho más que eso y si me preguntan cómo o por qué, la verdad no sabría dar una explicación convincente.

Y eso es porque la pasión por el futbol es una cosa inexplicable. Se siente y ya. Todo aficionado sabrá que la sensación que experimentas cuando tu equipo da un partidazo es genial. O cuando remonta el marcador en los últimos instantes. Ya ni se diga la adrenalina que te corre cuando te toca verlo definiendo en penales (yo odio esto, por supuesto, pero eso no quita que me emocioneeee :P). Y claro, el inevitable grito a la pantalla como si los jugadores a través de la tele pudieran escucharte. ¿Y qué tal las tomas del estadio en la que puedes ver que afuera hay otros locos como tú que se emocionan gritando el nombre de tu equipo como si se les fuera la vida en ello?

Así de emocionante es el futbol.

Pero si creen que todo en él es ilógico, inexplicable y sin valor cultural, déjenme decirles que el futbol también te deja muchos aprendizajes de la vida real :P.

1) No todo en la vida es justo
La forma en que seleccionan a los equipos que pasan a la liguilla, sin ir más lejos, nos deja claro a todos que la vida no es justa :P A veces califican equipos que fueron poco menos que mediocres y se quedan fuera los que habían tenido un desempeño mejor. Mis Pumas, por ejemplo, hace un par de años fueron campeones del torneo después de haber calificado de pura chiripa y ser de entre los peores de la temporada.

2) La arrogancia en exceso es peligrosa y muuuy desesperante
O si no que se lo pregunten a los jugadores que sí, son buenos, pero se sienten estrellitas y piensan que los demás son tontos inútiles. Y por supuesto, nunca pasan el maldito balón. Ahhh, que coraje tener uno de esos en el equipo ¬¬

3) Son los equipos los que ganan los campeonatos
Al final sí que importa qué tan bueno seas, pero mucho tiene que ver cómo “combinaste” con otros miembros del equipo. Al menos en el futbol (y creo que también en la vida) ni el más crack de los crack puede ganar solo.

4) Hay pasiones que se sienten sin explicación alguna
Vuelvo a decir, mi lado lógico no entiende cómo es que me puedo pasar 1 hora y media mirando a 22 hombres perseguir sin descanso un balón (bueno, 20 si no contamos a los porteros :P) y encontrarlo divertido y emocionante. Y sin embargo cuando lo estoy viendo me parece que tiene todo el sentido del mundo :P. Porque lo siento. Hay muchas cosas en la vida que son así. ¿Y saben qué? ¡Son las mejores!

5) Esto no se acaba, hasta que se acaba
Ya sé que la frase la dijo un beisbolista, pero también aplica en el futbol y por supuesto, en la vida real. Puedo enumerar muchísimos casos en los que un equipo "ya estaba muerto" y hace el milagro en los últimos instantes. Cuando pasa esto uno se acaba los pulmones de tanto gritar y la satisfacción que se siente cuando es nuestro equipo el que logra la hazaña es genial. Si es el rival... quizá eso explique días de humor de perros especialmente memorables :P

Vuelvo a lo mismo, el futbol podrá ser catalogado como un distractor de masas, un juego que paraliza actividades y no tiene gran ciencia. Hay algo de verdad en todo eso, pero no por eso deja de ser tremendamente emocionante y una de mis cosas favoritas en todo el mundo.

Ahora, sé que algunas de ustedes (sí, hablo en femenino porque ya sé quienes son :P) están aburridas de muerte en este punto del blog. No les gusta nada el futbol, ¿eh? Eso no es malo. Se respeta, incluso (aún cuando no lo comprenda :P).

Pero permítanme que les pase un dato curioso (y a tener en cuenta!) que descubrí por ahí después de haber realizado una investigación "científica" en Youtube.

Hace algún tiempo TV azteca lanzó una campaña para el futbol titulada precisamente “Yo amo el futbol”, y para la promoción lanzó dos comerciales. Ambos son sencillamente geniales, pero el que me gustaría que vieran es el primero. Trata sobre una pareja en la que ambos son aficionados del futbol y nos cuenta la historia de cómo disfrutan los partidos. Todo esto nos lo cuenta al ritmo de una cancioncilla muy pegajosa que termina diciendo: "te quiero más que nada en este mundo porque entiendes muy bien que yo amo el futbol".

Ahorita les paso el link, antes quiero decirles algo.

Esa estrofa da un consejo de oro.

Y no, no con esto me refiero a que todas las mujeres deberían volverse fanáticas del futbol sólo porque a la mayoría de los hombres les gusta. La clave, creo, está en una parte de la frase:

"Te quiero más que nada en este mundo porque entiendes muy bien que yo amo el futbol"

Ni más ni menos.

Las personas tenemos manías inexplicables. Pasiones inexplicables. Y si somos capaces de ser comprensivos y aceptarlo en una persona, tenemos más probabilidades de hacerla feliz que si nos la pasamos gritándole cosas como: "no entiendo cómo te gusta eso" "porque pierdes tiempo viendo el futbol cuando podríamos hacer otra cosa" "tan aburrido que es, no entiendo que le ves.." y similares.

Siempre pasará que la persona de la que nos enamoremos tenga "detalles" como estos. Y mi consejo de hoy es que tomemos conciencia de que una persona no se "vende" por partes. Viene con virtudes y defectos incluidos. Con manías de regalo también. Completita, pues. Y como tal nos toca aceptarla o rechazarla, pero no se puede aceptar sólo a medias.

Estoy segura que así como las mujeres no entendemos porque un hombre parece emocionarse especialemente a la vista de un motor de auto o un partido de futbol, ellos tampoco comprenden porque amamos tanto las tiendas de zapatos. Y si nos pasamos todo el día gritándole al otro por sus "gustos incomprensibles" lo único seguro es que ambos la pasaremos mal.

Mi consejo, entonces, se refiere a la comprensión. ¿Odian el futbol? Perfecto, no tiene nada de malo. Pero no pidan que ellos lo odien también. Ser pareja de alguien no significa que la cambiaremos a nuestro antojo. Es cierto que podemos conceder en algunos aspectos, pero hay algunos en los que sencillamente podemos respetar y dejar al otro ser feliz. Por eso insisto: Acepten y sobretodo, respeten esa pasión como seguramente desean que respeten las suyas.

De eso se trata el amor, a fin de cuentas: de conocer y aceptar a una persona con todo y "defectos", dejándola ser libre para ser como es y amarla a pesar de todo.

Al menos esa es mi opinión, pero ya saben, se aceptan críticas y otros argumentos :p

Les dejo el link del video:

http://www.youtube.com/watch?v=1McF-0fGZO4

Y...

Arriba el Futbol... y Arriba los Pumas!!

...


(Sí, ya sé... pero no lo pude evitar :P)

viernes, 6 de noviembre de 2009

Las cosas más sencillas

Tenía 17 años cuando escribí este poema. No es un tiempo largo, pero me parece haber vivido un millón de cosas desde entonces. He aprendido mucho, y olvidado mucho también. He cambiado de opinión sobre asuntos que creía indiscutibles.

Y sin embargo, mirando en retrospectiva, puedo decir que aún creo con toda mi alma en las palabras que escribí en aquel entonces.

Las cosas más sencillas

Dicen que el tiempo nos vuelve sabios
Que la vida nos da paciencia y nos volvemos más centrados
Que hay un precio, sin embargo, he leído en varios labios
Y creo que quienes lo dicen no están para nada errados.

Me han dicho que más difícil es la vida al ser adulto
Que la ilusión y la magia se esfuman con la juventud
Y aunque no soy de la gente que a imágenes rinda culto.
Que sea verdad esa historia sí me llena de inquietud

Por eso hoy me cuestiono, con ansiedad desmedida
Si es verdad ese “secreto” que tanto ya me han contado
¿De que color será mi alma, y cómo veré mi vida
Cuando al menos cuarenta velas de mi pastel haya apagado?

¿Llegaré a reírme del niño que a Santa paciente espera
Aunque esa fe sobrepase mi fe hacia mi vida entera?

¿Me extrañaré del poeta, siempre en canciones inmerso
Y creeré que el humano tiene la verdad del universo?

¿Veré, pues, a las estrellas como simples bolas de gas
Y ya no querré pedirle un deseo a una estrella fugaz?

¿Y olvidaré que los ángeles viven en el cálido fulgor
De cualquier par de pupilas que me miren con amor?

Y llegaré a dudar que las olas saladas canten
Seré tan cerrada que no veré ni mi nariz
Dejaré que las arrugas sean las cosas que más me espanten
Y la mayor ambición de mi vida, será visitar París.

Y ocultaré esa fotografía en la cual salí espantosa
Olvidando que ese día me sentí en verdad dichosa.

Y me burlaré largamente de aquel joven andaluz
Que por contemplar las estrellas, no se subió al autobús.

Y ocultaré con vergüenza estos tenis tan manchados
Que arruiné por caminar muy contenta por los prados.

Y las aves me parecerán más hermosas en el suelo
Que cantando dulcemente mientras van surcando el cielo.

Y estaré tan orgullosa de en gran sociedad vivir
Que no veré si mi amigo siente ganas de morir.

Perderé mi enorme gusto por la magia de las ferias
Al percibir con gran susto que están llenas de bacterias.

Y cambiaré de banqueta al pasar un vagabundo
Aunque ese pobre anciano esté muy solo en el mundo.

Y juzgaré insano al hombre que cante mientras camina
Mientras me visto completa con ropa de seda fina.

Y ya no recordaré esa rosa, tan colorida y tan bella
Mejor compraré en las tiendas su aroma en una botella.

Y pensaré que los rayos del sol que se cuelan por mi ventana
Son una vil maldición que me despierta por la mañana.

Y empacaré mis preciosos sueños donde no los pueda ver
Creyendo que sólo prueban lo inmadura que solía ser.

Y me horrorizará la idea de apuntarme en un safari
Suspirando por la idea de comprarme algún Ferrari.

Y me quejaré de que el Sol me obliga a comprar bloqueadores
Sin recordar que el buen astro con su luz crece las flores.

Y pensaré que contemplar el amanecer es un acto irracional
Porque al fin que ni me ayuda en mi currículum profesional.


El amor eterno no será más que un elemento de cine barato
Y mi corazón estará siempre, bajo la suela de mi zapato.

Los niños me parecerán ingenuos por perdonar tan deprisa
E imprudentes por dar a cualquiera el calor de su sonrisa.

No seguiré pensando que mi fe mueve montañas
Cuando ni pueda arrancar el auto que se apague en las mañanas

Me sabré de memoria cifras de intereses e inflación
Mas el viento entre las hojas no será ya una canción.

Y mediré el valor de las horas por el sueldo que perciba
Ya no por los dulces ratos o sonrisas que reciba.

Dejaré de creer que quien muere está contento en el cielo
Porque la ciencia me dice que ya es sólo polvo del suelo.

Aunque el agua de la lluvia sea la más pura que ha habido
La maldeciré mil veces si es que empapa mi vestido.

Tampoco creeré al ver la inmensidad del cielo que todo en la vida es posible
Y que una magia divina rija el universo me parecerá absurdamente risible.


¿Eso es crecer? ¿Eso es madurar?
¡Pues no lo acepto!

No creo que el crecer exija que el hombre se vuelva insensible
A esa escalofriante regla con vehemencia me rebelo
Porque quiero, aunque adulta, seguir viendo lo invisible:
Que el crecimiento se mide, sí, pero de la cabeza hasta el cielo

Al crecer debemos conocer la fuente de la eterna juventud,
Que no es matarse de hambre ni correr diario diez millas
Más consiste en ser felices, en vivir con plenitud
Y aprender a ver lo hermoso en las cosas más sencillas.

martes, 3 de noviembre de 2009

Nadie te amará como yo te amo

El otro día, leyendo curiosidades sobre una de mis películas favoritas, me enteré que una de las escenas fue bautizada por el productor como “El choque de autos”. La película en cuestión está ambientada en el siglo XVIII; lo más cercano a un vehículo que hay son carruajes. Y sin embargo el productor se empeñaba en llamarle “el choque de autos”. Los actores sentían curiosidad, y conforme pasaba el tiempo se preguntaban cuál sería la escena que había sido bautizada con un nombre tan curioso y tan fuera de lugar.

Finalmente resultó que la escena en cuestión se trataba del momento en que la pareja protagonista termina su relación de una manera especialmente dolorosa. La explicación del productor para el apodo fue la siguiente:

“Una ruptura siempre es como un choque de autos: todo pasa muy rápido, se dicen cosas sin pensar, se actúa como nunca te esperaste. Y cuando todo termina, a menudo no recuerdas mucho de lo que pasó, sólo sabes que pasó algo terrible…”


Creo que es verdad.

En una ruptura se dicen muchas cosas, salen a flote mil palabras y tantos detalles que a veces se acumulan en meses de silencio… al final te queda la sensación de que pudiste haber evitado todo si hubieras estado más atento.

O tal vez no. Igual que en un choque de autos, pocas veces te queda la certeza de nada.

Al menos eso es lo que me han contado (:P)

Pero en fin, a lo que venía hoy. Cuando se trata de rupturas y supongo que por la sensación incómoda de no haber dicho todo lo que debías en ese momento, muchos se dedican a escribir canciones sobre ello. Enciendan el radio; canciones sobre rupturas hay a montones.

Y ayer precisamente, escuchando un programa de radio dedicado a canciones románticas, me percaté que hay una frase que se repite una y otra vez en este tipo de canciones.



También me di cuenta que odio la frase.

Tal vez por verla en todas partes, en medio de tantos versos, repetida por tantos labios…

Siempre me pregunto por qué les gusta tanto, por qué la repiten como si fuera algo bueno. ¿Por qué piensan que fue acuñada por un enamorado por excelencia? No lo sé y no lo entiendo. Dicen que hace falta estar en un choque de autos para entender lo que se siente. Tal vez yo deba estar en una ruptura también para entender por qué esta frase les parece tan adecuada. Pero mientras eso pasa, seguiré opinando lo mismo: no me gusta.

¿Adivinan cuál es esa frase?

...

No les haré batallar mucho, allá va:

"Nadie te amará como yo te amo"
(y sus variantes, que son muchísimas).

A lo mejor se me escapa algo, pero lejos de sonarme bonita, o romántica o siquiera cursi, me suena mal. Casi como si te lanzaran una maldición. ¡Enserio! Imagínenla como un tono duro, y dicha por alguna persona mientras te señala frenéticamente: "¡Ya verás, nadie te amará como yo lo he hecho!" Pttt, no sé por qué me vienen a la mente las brujas de los cuentos que solía ver cuando era niña.

Tal vez yo no sepa gran cosa del amor. Tal vez sea mucho más fácil hablar que actuar. Y sin embargo, no puedo dejar de pensar que cuando realmente amas a alguien, la idea de que sólo tú seas capaz de amar a esa persona ni se te pasa por la cabeza. ¿Por qué? Pues porque cuando amas verdaderamente a alguien te parece natural que muchos vean a la maravillosa persona que es. Y que se enamoren de esa persona, claro. ¿Por qué no?

Si realmente amas a alguien no deseas que "nadie lo ame como yo lo hice". ¿Por qué? Por qué todo el amor del mundo te parece poco comparado a lo que esa persona se merece...

Básicamente, la frase "Nadie te amará como yo te amo" se dice, creo, cuando esperas que esa persona se de cuenta que tú eres lo mejor que encontrará. Si la traducimos, es algo así como: "Mira, seré lo que sea, pero en ninguna parte del planeta te vas a encontrar quien te quiera igual que yo. Así que, ¿porqué no nos dejamos de tonterías, te ahorras la búsqueda -en la que no vas a tener éxito, por cierto- y vuelves conmigo?". Muy respetable, no digo que no. Cualquiera tiene derecho a decirla y es válido.

Pero yo pregunto: si de verdad estamos taaan enamorados, ¿pensamos que nadie en el planeta, NINGUNO de los 6 mil millones (o bueno, 3 mil millones considerando el género) va a ser capaz de ver lo que nosotros vimos en esa persona? ¿NADIE? ¿Osea que si de repente nos pega un relámpago en la cabeza nuestro enamorado ya se amoló, porque acaba de perder a LA ÚNICA persona capaz de amarla con tal intensidad?

Disculpen el sarcasmo, pero lo diga como lo diga me parece absurdo. Ridículo. Y sobretodo, muy egoista. Y yo creo que el verdadero amor no es egoísta.

Mejor ya no me extiendo más. Por último, sólo quisiera ponerles las canciones que salieron ayer en el programa "cortavenas" y que fueron las que motivaron toda esta reflexión. Decidan ustedes cuáles tiene las estrofas que retratan mejor su idea del amor. Yo hace mucho escogí las mías.


Si sabes, Jerry Demara:
“¿Por qué no le preguntas a la luna que todo lo mira
si encontrarás en esta vida
alguien que te ame como yo lo haría?
Sé que no lo encontrarás nunca...”

Como yo nadie te ha amado. Yuridia:

“Si mis lágrimas fueron en vano
si al final yo te amé demasiado
Como yo, como yo, nadie te ha amado…”


Para que regreses. El Chapo:

“Para que regreses, para que te quedes conmigo
Que nunca encuentres quien te pueda amar
Por eso lo digo
Para que regreses, para que te quedes conmigo
Ojalá que nadie te ame como yo
Para que regreses…”

Te sigo amando. Juan Gabriel


“Que seas muy feliz
estés donde estés cariño
no me importa que ya
no vuelvas jamás conmigo…”


Que sepan todos. Vicente Fernández:


"Que sepan todos que me duele tu dolor
aunque la vida no la vivas junto a mí,
que a quien te hiere le declaro mi rencor
y a quien te ame lo bendigo desde aquí..."


A quien tú decidiste amar. Sandoval:

A quien tú decidiste amar
no sé si sepa que no hay personas
como tú aquí en la tierra.
Te prometo no vuelvo a llorar
sé lo felices que están y cuiden,
lo que yo soñé, siempre quise para mí

Total, canciones vienen, canciones van. El sentimiento sigue siendo el mismo. Cada quien decide como expresarlo...

... Pero si me aceptan una sugerencia, nunca se les ocurra llevar serenata con las primeras canciones. Digo, sólo como consejo :P

miércoles, 21 de octubre de 2009

Pan y circo

Reconozco que la expresión “pan y circo” antes me impactaba menos que ahora. Cuando era niña incluso me evocaba imágenes agradables, como esas salidas con mis padres a exhibiciones de animales y acróbatas.

Sin embargo, aún siendo niña algo me hacía pensar que la frase encerraba alguna secreta ironía que se me escapaba. Al ver a mi padre ver los noticiarios y leer los periódicos con aire enojado se la oí decir muchas veces. Finalmente un buen día le pregunté por el significado.

Me dijo que equivalía a que él me diera muchos dulces, pasteles y me sentara frente a la televisión para distraerme mientras él se encargaba de desaparecer mi nintendo y todos los peluches de mi cuarto.

Recuerdo haberle replicado que ni el mejor pastel del planeta evitaría que me diera cuenta que se llevaba algo tan importante como mi nintendo. Y él, divertido, me contestó que me sorprendería de lo que puede dejar pasar alguien con la distracción apropiada.

No lo entendí y recuerdo no haberle creído tampoco. ¿Cómo podría no darme cuenta del momento en que mi padre se llevara mis posesiones más preciadas justo frente a mis narices, por más bonita que una película estuviera, por más numerosas y deliciosas que las golosinas fueran…?




El tiempo se ha encargado de cambiar mi incredulidad.

Ahora creo posible eso que siendo niña juzgué absurdo. No sé si es que dejó de ser absurdo, o que ahora tengo más capacidad para aceptar que algunas cosas en esta vida lo son. Juzguen ustedes.

La expresión “pan y circo” (panem et circenses, en su idioma original) se la debemos a un poeta romano, Juvenal, que la acuñó en el siglo I para referirse a la forma en que el gobierno romano regalaba pan (o lo venía muy barato) y proporcionaba espectáculo en el circo romano cuando estaba por adoptar una medida especialmente drástica, cruel, estúpida… o las tres cosas a la vez.

Ya hemos visto que el pueblo romano era especialmente aficionado a los espectáculos, a las luchas a muerte y en general a los entretenimientos que se llevaban a cabo en el “circo romano”. Y ya hemos visto también que mientras el pueblo se divertían viendo como un león especialmente sádico despedazaba humanos, los gobernantes se entretenían en sus juegos de poder y política, tomando decisiones sin que nadie les opusiera resistencia.

¿Creen que esa imagen –el pueblo divirtiéndose con espectáculos y los grupos de poder divirtiéndose más porque eso les garantiza libre campo de acción- aplica en el mundo actual? Desafortunadamente creo que sí.

Y lo más grave es que lo permitimos.

Dejamos que nos entretengan con cosas banales y por eso dejamos de ver los detalles más gordos e importantes.

¿Qué el congreso decidió estudiar una reforma que modifica de manera sustancial los egresos de la nación? ¿A quién le importa? Los presentadores de noticia lo dicen como si fuera un trabalenguas que hay que decir rápido y pasan directamente a hablar del aparatoso homicidio que se cometió en un país europeo.

¿Qué si el índice de reprobación en las pruebas realizadas a maestros de nivel medio superior es vergonzosamente alto? Las televisoras le dan 1 minuto al aire a la noticia para después gastar media hora hablándonos de las palabras exactas con las que Maradona festejó la clasificación de Argentina.

¿Y nos quejamos? No, claro que no, porque al fin y al cabo amamos el circo. En el fondo no hemos cambiado mucho desde las épocas romanas y seguimos prefiriendo ver cómo un león despedaza a un humano (o ver la noticia de cómo en otro país lo hizo) que enterarnos de esas cosas “aburridas” que traen entre manos los gordos hombres de las túnicas blancas (nuestros señores gobernantes, pues :P).

Llámenme paranoica, pero yo no creo que esto sea coincidencia. Si encienden una televisión que está llena de noticias jugosas pero vacías, “circo” sin apenas sustancia que aporte… ¿es casualidad? ¿De verdad los reporteros, esos profesionales de la información, no se enteran que están dándole poca importancia a noticias vitales que definen nuestro entorno y, en consecuencia, nuestras condiciones de vida? Por favor, sus hermanos que se crean eso ¬¬ porque yo al menos no.

Me están ofreciendo pan y circo. Pan para que pueda llevarme algo a la boca y no muera de hambre (al fin y al cabo, así ya no les sirvo) y circo para que me mantenga enfocada en lo que a ellos les interesa que me enfoque... Sólo que yo no lo acepto. A mí me interesa más apartar la vista del espectáculo y tratar de escuchar lo que los miembros de la tribuna alta susurran sobre nosotros.

A mí me interesa más informarme sobre el verdadero estado de mi país, y no sobre el color del nuevo tatuaje que alguna pseudo-actriz se hizo en el trasero (enserio, ¿qué nos importa eso?).

Dicho esto, paso a la pregunta estrella: ¿y si no quiero pan y circo, que hago?

Abrir los ojos. Las señales abundan por doquier y es posible captar lo esencial si se sabe dónde buscar.

Representemos al país como una cabaña en medio del bosque. Nos encontramos encerrados dentro de un cuarto. Y las ventanas que nos permiten ver lo que sucede en el exterior están tapiadas (porque los medios de comunicación pusieron fotos de telenovelas, celebridades y demás noticias inútiles en los marcos). No tenemos idea de lo que pasa afuera. ¿Realmente no tenemos manera de enterarnos? Y si los guías de la cabaña nos dicen que afuera el clima es perfecto… ¿no tenemos más remedio que creerles?

Yo creo que siempre tenemos otras opciones. Sólo hay que estar atentos a las señales y aguzar el oído. Si se escucha estropicio, sonido de ramas cayendo sobre el tejado… obviamente el clima afuera no está tan perfecto como dicen. Si los sonidos de aves tranquilas brillan por su ausencia, si la temperatura empieza a variar sin explicación… sin duda algo pasa. Tenemos sentido e inteligencia para poder atar cabos y darnos una idea.

Una última cosa: ¿verdaderamente vale la pena despegar los ojos del circo? ¿importa tratar de enterarse qué se esconde tras los preparativos, o qué se está gestando afuera del coliseo en el que nos hemos metido? Yo creo que sí. Volviendo al ejemplo anterior, si estamos en una cabaña en medio del bosque y nos aseguran que el clima es perfecto afuera, podemos creerlo, sin más. Sí… pero nos arriesgamos a no estar preparados cuando la tormenta de la que no estábamos enterados se cuele por la ventana y nos empape totalmente. ¿O qué tal si decidimos salir de paseo? Nos vamos a enterar de que no era buena idea ya que hayamos abierto la puerta. Y seguramente, aunque reaccionemos rápido y cerremos aprisa, nos tocará limpiar el gran estropicio que se armará cuando el viento se cuele por la puerta.

Al menos a mí no me gusta vivir a base de pan y circo. No cuando la vida tiene tantas cosas interesantes y maravillosas en las cuales centrar la vista. No cuando el mundo es tan amplio y tan lleno de cosas que no caben en un simple coliseo.

Pero total, lo genial del planeta es que cada cual tiene la capacidad para decidir con qué enfoque vive su vida. Y creo que al final, esa decisión termina haciendo toda la diferencia del mundo.

domingo, 11 de octubre de 2009

Fortaleza

A veces, al contemplar las situaciones denigrantes en que viven algunos, la falta de valores en que son criados muchos otros; en fin, la ausencia de sentido humanitario que a veces parece imperar en el mundo, resisto la tentación de elevar los ojos al cielo y mejor me concentro a mi alrededor. La conclusión a la que he llegado es muy sencilla: si es lógico suponer que el más imponente y aparentemente moderno edificio se desmoronará si no se tomó la precaución de dotarlo de buenos cimientos, ¿por qué pensamos que nuestra sociedad es diferente?

En la búsqueda por entender en qué momento los cimientos de nuestra sociedad se cuartearon, encontré un elemento muy interesante al que me gustaría dedicarle mi atención. Es un valor muy a propósito ahora que hablamos de cimientos: La fortaleza. ¿Y cómo lo definiríamos?

El valor de la fortaleza se ejerce cuando, a partir de una convicción firme, resistimos o vencemos aquellos obstáculos que se oponen a nuestros propósitos positivos y evitan el crecimiento personal. Surge al tener claros nuestros ideales y proyectos personales y nos da energía para conservarlos y defenderlos.

El humano se distingue entre el resto del reino animal por su capacidad de pensar y yo me atrevería a agregar, soñar. Esa maravillosa capacidad se convierte en un arma de doble filo, pues mientras que puede ser una bendición cuando se ejerce con plenitud, puede llegar a envenenar al alma si simplemente se deja de lado. Por una sencilla razón: es imposible que no deje en nosotros –aunque a nivel inconsciente, lo cual es a veces mucho más perjudicial- la certeza de que somos capaces de mucho más de lo que ahora estamos haciendo. Y la imposibilidad de cambiar eso puede llegar a quitarle el sueño al más próspero.

Y aquí precisamente, en medio de imprecisas divagaciones, entra el valor de la fortaleza. Como ya mencioné, opino que los mejores rasgos del ser humano derivan de su capacidad de razonar, imaginar y soñar. Sin embargo, ocurre que a veces nuestra sociedad impone cánones que seguimos sin más, sin cuestionar si realmente van de acuerdo a nuestras ideas o nuestros proyectos.

Y es de ahí precisamente, de esa grieta producida por el obrar sin cuestionar o tener en cuenta nuestras aspiraciones, que se produce una reacción en cadena que termina ocasionando reacciones catastróficas.

Si bien todo humano tiene –o ha tenido- una aspiración por la cual se ha sentido alentado a vivir, ver esa misma ilusión frustrada -por el motivo que sea- deriva en sentimientos de amargura y resentimiento que es bien sabido, engendran a su vez otros sentimientos y acciones que no podrían calificarse como deseables.

Sin embargo, lo peligroso viene cuando llegamos a convencernos de que ese sentimiento desgarrador de desilusión es normal. En una sociedad repleta de seres que están acostumbrados a enterrar sus ideales por ser poco realistas, por miedo al que dirán, por temor al rechazo que implica el ser diferente; en fin, por mil y un motivos que no vale la pena mencionar, es realmente difícil reaccionar y percatarse de que ese sentimiento no es normal. Nuestros principios democráticos juegan en nuestra contra por esta vez, ya que es bien sabido que tendemos a aceptar lo que diga la mayoría como lo mejor. O lo verdadero.

Sin embargo, creo que pocas veces nos detenemos a pensar en lo perjudicial que resulta ser “democrático” en esta ocasión. Porque, y aunque un dicho popular sostiene lo contrario, la miseria colectiva no alivia el dolor. Sólo lo hace más soportable.

Hay una cosa que yo llamo “felicidad pirata” y debe su nombre, por supuesto, a la similitud que guarda con esa práctica tan de moda en México. Adquirimos algo a un precio “más barato” y al principio nos parece que no hubo diferencia alguna con el artículo original del que fue reproducido. Después, en la mayoría de los casos, solemos darnos cuenta de que pensar ello es un error, pero también en la mayoría de los casos, lo más común es dejar pasar el hecho pensando que al fin y al cabo la compra nos proporcionó un placer (aunque fuera temporal) y que ya tendremos ocasión de adquirir un bien original o en el peor de los casos, otro “pirata” y provisional. Pero… ¿y si en vez de un par de tennis o un disco compacto estuviésemos hablando de nuestra vida? ¿Pensaríamos lo mismo?

La felicidad pirata es, a mi forma de ver, ese sentimiento de satisfacción que alcanzamos cuando realizamos acciones que si bien no se apegan a nuestros verdaderos deseos, si resultan más atractivas, fáciles o convenientes en el momento. ¿Quién ha escuchado alguna vez del hombre que quería con toda su alma ser pintor pero que al final terminó convertido en vendedor de seguros? Creo que todos, y no me parece que sea coincidencia; es el clásico cuadro que enfrenta el deseo y la aspiración “irrealizable” contra una opción de vida si bien menos atractiva, más “conveniente” y poco riesgosa. Aplausos de la multitud cuando el chico se deja convencer de lo inmaduros que son sus deseos y decide “sentar cabeza”.

¿Qué se ganó la sociedad con su decisión? Pues un hombre con estabilidad monetaria y seguridad en su futuro. ¿Y qué perdió? Nadie lo sabe. Probablemente un artista de poca monta que algún día se habría arrepentido de no seguir los consejos de su abuelo...

... O tal vez un Picasso...

Pero lo más terrible que perdió es un hombre que tenga la paz de espíritu para decir: "hice todo lo que podía".

Si estos pensamientos permanecieran latentes en nuestro subconsciente y sólo afloraran, como nos dicen las películas hollywoodensenses, en nuestro lecho de muerte, sin duda no tendrían mayor consecuencia que quitarnos la paz en nuestros últimos instantes de vida. Pero si, como sospecho, van exteriorizándose gradualmente poco a poco de forma casi imperceptible a lo largo de nuestra vida, entonces para mí de pronto tienen sentido todos aquellos dependientes que sistemáticamente (y no sólo por el estrés de un inusual mal día) insultan a sus clientes; de pronto entiendo porque hay tanto camionero que maldice cuando nos acercamos a sus vehículos, porque hay tanto médico que parece valorar más el cheque que recibe a fin de mes que la vida del paciente entre sus manos...

De pronto todo cobra sentido: estas personas no aman sus profesiones. No aman lo que hacen con sus vidas. ¿Y a qué se debe eso? A que escogieron probablemente la opción sencilla, lo más remunerador, lo que les aconsejaba todo el mundo… un mundo que no iba a estar ahí para ayudarles con sus deberes una vez que aceptaran el rol.

Sinceramente creo que un humano en esa situación goza de una felicidad o comodidad “pirata”. Y entre más tiempo tarde en advertirlo y sobretodo, en decidirse a corregirlo, más difícil será para él, mayor la carga de amargura y mayores las actitudes negativas que puedan desprenderse de ello.

Por supuesto, en toda esta teoría habría una objeción que hacer: ¿qué ocurre cuando las mayores aspiraciones de un humano atentan deliberadamente contra otros? ¿Seguiré diciendo que habrá que evitar disuadirlos de seguir sus sueños por temor a fabricar adultos frustrados? De ninguna manera. En esta historia también hay una limitante, y esa es la libertad de los demás. Pero vamos, incluso para la tarea de encauzar sanamente las aspiraciones de alguien, nada mejor que un ser humano versado en la materia. Es decir, ¿cómo puede un hombre que jamás pudo sortear determinado obstáculo instruir a otro en el reto de hacerlo?

Lo que yo propongo es que le pongamos fin a esa cadena viciosa: que le demos más importancia a nuestras dotes de análisis y meditación; que le demos una nueva oportunidad a nuestro espíritu de niño, ése que no acepta solamente un “no puedes” sino que se ocupa de averiguar el “por qué” no se puede.

Pienso que nuestro potencial es infinito y que las únicas barreras que lo aprisionan son las que nosotros mismos nos hemos encargado de levantar. Si ya hemos demostrado que somos diestros en el arte de erigir murallas, ¿por qué no intentar crear una en base a nuestras convicciones? Cierto, vivimos en una sociedad que dicta reglas, impone modas, dirige, distingue, condena…pero, ¿por qué detenernos en esa parte de la frase si podemos recordar que un miembro activo de la sociedad es el individuo que nos mira diariamente a través del espejo y que su opinión también cuenta muchísimo, sobretodo en nuestra propia vida?

Un humano más pleno obviamente vive más feliz, y estoy convencida que la falta de atención a los valores se deriva de un desinterés nacido precisamente de la infelicidad.

Me encantaría que la solución a los problemas de la sociedad fuera sólo esa. Pero aún cuando lo fuera estoy convencida de que hace falta mucho trabajo para remediarlo. Yo empezaré por luchar por mis ideales, para llegar a ser lo suficientemente fuerte como para no desalentarme a la primera y en vez de eso levantarme de un “fracaso” con más pasión que antes, con más entrega.
Promoviendo la fortaleza en mi corazón, y logrando que eche raíces profundas, es la manera más segura que tengo para, algún día, arrancar un brote de ella y tratar de sembrarla en el corazón de alguien más.

Y así tal vez, sólo tal vez, podamos lograr iniciar una nueva cadena que termine con las actitudes negativas que hoy por hoy merman lentamente a nuestra sociedad.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Cuestión de engranaje

Hace poco un amigo escribió en su blog que las mujeres somos muy exigentes cuando se trata de hombres.

Que si tenemos uno guapo queremos también que sea inteligente, y que si tenemos un guapo e inteligente nos parece que le hace falta ser simpático... y que si nos topamos con un guapo, inteligente y simpático siempre le podremos poner el pretexto de que no es romántico, que ve demasiado futbol, que tiene demasiadas amigas (:P), etc, etc.



Y tengo que decir que es cierto. No conozco mujer que no se haya sentado a escribir una lista de atributos que deseara encontrar reunidos en un hombre. Y les cuento que, junto a esas listas, la carta que los niños pequeños le hacen a Santa se queda muuuuy corta :P

Aquí la cuestión es: ¿me parece mal que hagamos esa lista? No

Lo que me parece mal es la forma en que elegimos los atributos que la conforman.

Con frecuencia nos deslumbra el más guapo, el más listo, el más simpático, etc., y creemos que si tuviéramos la suerte de tener un espécimen así en nuestras vidas seríamos muy felices. ¿Pero realmente es así?

La mayoría de las veces no.

Y aquí va mi razón para no creerlo: Todo es cuestión de engranaje

Situación: Voy a una tienda de engranes y veo muchos, de todo tipo. Sobre el mostrador, en primera fila, veo uno de oro, con cubierta pulida y con una figura artísticamente diseñada. Todos en la tienda lo están admirando. Decido que lo quiero y lo compro sin volver a echar una mirada a los demás.

Total, ya que llego a la casa reacciono y me entero que al engrane lo compré para hacer funcionar un mecanismo que tengo en mi casa… pero resulta que no embona. Resulta que por más bonito que esté su diseño no es compatible con la maquinaria. Resulta que por más cubierta de oro que tenga, por más moderno que sea, sencillamente no me sirve. Y ya lo compré.

Claro, lo que tengo que hacer es regresarlo, pero en ese proceso va a haber penalización, voy a tener que volver a hacer el viaje a la tienda y ponerme a buscar uno nuevo. Voy a perder tiempo maldiciendo porqué no me fijé antes. En pocas palabras, la voy a pasar mal.

(¿Les suena?...)

En fin, que voy de regreso a la tienda, devuelvo al engrane y me concentro en buscar otro. Ahora vengo preparada, ya que dibujé mi maquinaria y tengo idea de qué forma debe tener el engrane que necesito. El elegido resulta ser uno que está un poco oxidado y tiene forma rara; uno que a simple vista nadie elegiría. Pero cuando lo llevo a mi casa y lo inserto, hace que el mecanismo empiece a girar con una armonía perfecta.



En las relaciones pasa casi lo mismo. Escogemos en base a lo que creemos que está bien e incluso nos dejamos aconsejar por otros sobre lo que nos conviene o no. Pero la verdad es que todos somos una “maquinaria” única que necesita determinado tipo de engrane en su vida. No el más bonito, no el que todos quieren, no el que se supone que debería comprar… sino sencillamente el que hace que las cosas giren para mí.

Claro, y tal y como pasó en la historia en la que para poder dar con el engrane adecuado hay que conocer la maquinaria para la que lo estamos buscando, de igual manera tenemos que conocernos primero para saber qué tipo de pareja necesitamos.

No todas vamos a ser felices con un fiestero, no todas con uno que sea de muy pocas palabras… va a depender de cada quien.

Gracias a dios, el mundo es bastante grande y hay para todos :P

Insisto, no estoy en contra de que las mujeres (ni los hombres tampoco, ya que estamos) hagan su lista y se pongan exigentes a la hora de escoger pareja. Adelante, siéntense y escriban todo lo que les gustaría en una persona… pero les pido que analicen si realmente esos atributos los harían felices, o sencillamente se están limitando a describir a la “pareja perfecta” que pintan en las novelas y que nada tiene que ver con ustedes.

Al final, lo que importa es ser felices.

¡Así que "engránense" con aquel que realmente haga girar sus vidas!

martes, 6 de octubre de 2009

El inicio

Imagínense la escena: Están en un velero, enmedio del mar, sin más compañía que la más feroz de las tormentas... el mastil se tambalea peligrosamente, las olas se elevan furiosas a su alrededor, la pequeña embarcación se mueve a los caprichos del viento...

... pero en ese momento caótico en lo que todo alrededor está al revés, ustedes sólo escuchan calma. Como si alguien hubiera bajado el volumen al mundo. Como estar dentro del ojo de un tornado, viendo su fuerza descomunal, pero sin llegar a ser tocado por sus efectos.

Así es como se siente escribir para mí.

Por más revuelto que esté mi mundo, por más cosas que llenen mi cabeza... cuando me siento a escribir todo se queda en paz por un segundo.

Luego pasa el tiempo y a veces, cuando releo lo que escribí, pienso que las palabras no tienen coherencia. Y sin embargo, también soy capaz de recordar que mientras las escribía para mí tenían todo el sentido del mundo. Es una sensación de lo más contradictoria. Y de lo más apasionante también.

Y si las cámaras fotográficas son capaces de retratar con toda precisión el exterior de las personas, los escritos retratan con la misma fidelidad el interior. A veces incluso mucha más...

... Así que bienvenidos a esta galería ^^




P.D: Saludos al "instigador", ese misterioso bloggero que vino a ser el causante de que en un arranque creara este blog (ya saben lo que dicen, a alguien hay que echarle la culpa :P).