martes, 19 de enero de 2010

Si amas a alguien, déjalo ir...

Al menos eso dice el dicho y la sabiduría popular le da la razón. En lo particular es un tema que me desata muchos dilemas y sentimientos encontrados y precisamente por eso quisiera comentarlo hoy. Supongo que compartir las ideas ayuda a ponerlas en perspectiva.

Total, les cuento que hoy se me ocurrió pensar en esto por tres motivos.

El primero es que ayer se cumplieron 5 años desde que una persona que yo amaba mucho murió.

Antes de su muerte me aferré a él deseando con todas mis fuerzas que se quedara... sin darme cuenta que la cosa no tenía remedio, que ya sólo estaba sufriendo y que era más justo y humano que por fin descansara. Y cuando me tocó asistir a su funeral, ver cerrarse el ataúd y meterme en la cabeza que esa era la última vez que lo vería... supongo que durante mucho tiempo preferí evadir el pensamiento.

Pero con el tiempo me he dado cuenta que lo más sano y lo más correcto es precisamente "dejar ir". Porque el mundo no se detiene a pesar de todo y tenemos que continuar viviendo. Porque la persona que se nos fue se pondría muy triste si de alguna manera pudiera vernos así. Y porque he llegado a creer que aceptar la muerte de un ser querido es en parte un regalo que le hacemos a esa persona. Dejarla ir sin detenerla con nuestra amargura, para que si realmente existe un camino que seguir tras la muerte, pueda tomarlo sin tener que detenerse para tratar de consolarnos.

En este caso, "dejar ir" tiene un punto de irracionalidad, casi de locura... aunque prefiero pensar que tiene que ver con la fe. Dejamos ir porque nos convencemos de que, de alguna manera que no comprendemos, es lo mejor para nuestro ser amado. Y aunque una parte muy grande de mi cabeza se ha mantenido gritando "no"... a mí me ha ayudado la esperanza de que sí.



El segundo caso que se me viene a la mente con eso de "dejar ir" tiene que ver con que dos de mis mejores amigas se van de intercambio. Una de ellas al DF... la otra hasta España.

No niego que la idea de que vayan de intercambio... la verdad es que sí me tiene, por decir poco, nerviosa. ¿Solas, a miles y miles de kilómetros de su familia y amigos, desconociendo por completo el entorno...? Cierto, la experiencia será fascinante y pueden aprender muchas cosas pero... ¡tan lejos!

Igual y sé que no tiene ningún caso darle rienda suelta al síndrome preocupón agudo :P mejor me mentalizo que son mujeres fuertes e independientes que pueden con este reto (y lo son). "Si amas a alguien, déjalo ir..." Es algo que quieren hacer, entonces para mí está bien. Que vayan si las hace felices.

Y que me perdonen las dos por ponerlas en evidencia, pero también está el asunto del amor :P. Se van de intercambio y dejan a los novios, obviamente. Ambos individuos pudieron haber dicho algo así como: "¡¡¡por mí no vas ni a la esquinaaaaa!!! Seis meses sin vernos, que horror". Pero nuevamente el famoso dicho: "si amas a alguien, déjalo ir" se impuso (es eso o no les quedó de otra, pero supongo que lo que cuenta son los hechos :P)

Creo que la naturaleza de mi preocupación es un poco como el de una madre que sabe, por ejemplo, que es necesario dejar jugar al niño sin estar encima de él todo el tiempo. Un padre sabe que no podrá sostenerle la bicicleta a su hija todo el rato, en algún momento le tendrá que soltar para que intente mantener el equilibrio por sí misma... De igual manera estoy segura que muchos de los amigos y familiares de este par de aventureras nos sentimos incómodos ante la perspectiva de que se van a ir a un sitio donde, por bastante tiempo, nos será imposible acudir a su lado si les llega a surgir un problema. Todo lo que podremos hacer es sonreírles a lo lejos y mandarles mensajes de apoyo. Pero nada de abrazos si una situación se pone fea, nada de poder mirar frente a frente para escuchar de primera mano las historias que les surjan... Esa parte del panorama no me parece demasiado bonito. Pero volvemos a lo mismo, si es lo que quieren se les apoya. Ni modo, hay que "dejar ir".

Hasta aquí puedo concluir que a veces, aunque "dejar ir" sea difícil, nos angustie o incomode... a veces lo hacemos para hacer feliz a una persona que para nosotros es querida.

Los seres que amamos necesitan crecer, desarrollarse, quizá descubrir cosas por sí mismos... y no siempre podremos estar ahí. Hay batallas que una persona debe librar sola. Y a veces se vuelve necesario "dejarlos ir" sin amargarnos con pensamientos del tipo: ¿pero por qué no puedo estar con él/ella?


El tercer motivo que hizo surgir este blog es una situación que prefiero no comentar, pero que me puso a pensar en todas aquellas ocasiones en las que "dejar ir" algo que amamos es, a la larga, la mejor idea tanto para esa persona como para nosotros mismos.

Se me ocurre, por ejemplo, el caso del león Christian y sus dueños. Si ponen eso en youtube van a observar un video que te cuenta cómo un par de jóvenes de alguna manera se hicieron con un cachorro de león y empezaron a criarlo. Pero claro, llegó un momento en que Christian, a pesar de portarse como un gatito y ser cariñoso con sus dueños, tenía unas zarpas afiladas con las cuales rasgar los muebles (y sus cuellos, si alguna vez llegaba a proponérselo) comía más de lo que ellos podían pagar y necesitaba más espacio del que podían darle. Entonces decidieron llevarle a un lugar en África donde podría crecer feliz y libre.

En esa situación, según creo, "dejaron ir" por el bienestar tanto del león, como de ellos mismos. Era la mejor decisión aunque supongo que no por ello dejó de ser menos difícil; después de todo se habían encariñado mucho con el animalito y les gustaba tenerlo a su lado.

Pero nuevamente, supongo que las circunstancias particulares de este caso fueron las que definieron la decisión. Si Christian hubiera sido un gato grande o un San Bernardo habrían podido arreglárselas. Pero un león... por más que quisieran sencillamente no podía ser.

Ejemplos como este se me ocurren muchos (no tan extremos, pero similares pues :P). Supongo que el truco en estos casos es no gastar energías maldiciendo las circunstancias, sino aceptar que son así y tratar de hacer lo mejor ante ellas. No se trata de ser pesimista, sino realista. Si este par de muchachos que eran dueños del león se hubieran obstinado en mantenerlo consigo, pensando que "podían hacerlo"... bueno, en mi opinión sólo habrían demostrado una imposibilidad de ver la realidad y eso, a la larga, los habría terminado dañando a ellos y también al león que tanto querían.

Así, vistos los tres ejemplos insisto: Dejar ir es a veces lo mejor que podemos hacer por una persona que amamos.

... Pero no es fácil. Aún ahora que lo escribo me doy cuenta que es muchísimo más sencillo decirlo que hacerlo; "dejar ir" es una cosa que aún me cuesta y me está costando mucho trabajo.


...


Total, supongo que es cuestión de enfoques y la postura de cada quien dependerá de las situaciones que le ha tocado vivir. Esta es (al menos por ahora :P) la mía.


...



Y bueno, ya hablando en un tono más ligero, les cuento que mientras escribía esto se me ocurrió buscar en internet la frase y me topé con el siguiente chiste referente a ella. Me hizo reír mucho y aquí se los comparto.


Original:

Si amas a alguien déjalo ir. Si regresa, es tuyo. Si no vuelve... nunca lo fue.


Algunas variantes:


Versión del pesimista: "Si amas a alguien, déjalo ir; si como era de esperarse, no vuelve, nunca fue tuyo.

Versión del optimista:"Si amas a alguien, déjalo ir y no te preocupes, que seguramente volverá"

Versión del desconfiado: "Si amas a alguien, déjalo ir y, si acaso vuelve, pregúntale por qué volvió, dónde estuvo y porque rayos se tardó tanto"

Versión del impaciente: "Si amas a alguien, déjalo ir; si no vuelve en las próximas dos horas, llama a la Policía y contacta a todos tus conocidos para que se pongan a buscarlo".

Versión del paciente: "Si amas a alguien, déjalo ir; si no vuelve, ponte cómodo y sigue esperando hasta la eternidad, que algún día volverá ese hijo de rata".


Versión del juguetón: "Si amas a alguien, déjalo ir; si vuelve y todavía lo amas, déjalo ir otra vez; y así sucesivamente".

Versión del vengativo: "Si amas a alguien, déjalo ir; si vuelve, vete tú para que sienta el maldito".


Versión del abogado: "Si amas a alguien, déjalo ir y busca en el Código Civil la parte que habla del abandono de hogar por parte de uno de los cónyuges. Y si te convienen los términos… ¡demándalo!".

Versión del estadístico: "Si amas a alguien, déjalo ir; si te quiere, las probabilidades que vuelva son de un 86.5 por ciento; si no te quiere, tus relaciones caen en el campo de lo improbable, con un margen de error de un 3 por ciento".


Versión del posesivo: "Si amas a alguien, NO LO DEJES IR, NO SEAS IDIOTA!!".



Versión del egoísta: "Si amas a alguien, no lo dejes ir. Y si no lo amas, tampoco lo dejes ir".


Versión del psicoanalista: "Si amas a alguien, déjalo ir; si vuelve es porque tu ego es muy dominante; si no se quiere ir, es porque ha creado lazos de dependencia contigo".


Versión del sonámbulo: "Si amas a alguien, déjalo ir; si vuelve, es una pesadilla; si no vuelve, debes estar soñando".


Versión del mercadólogo: "Si amas a alguien, déjalo ir; si vuelve, es una persona leal a su marca; si no vuelve, es hora de hacer un re-lanzamiento en un nuevo mercado".



Así que ya ven, todos podemos adoptar la versión que prefiramos y la actitud que queramos porque creo sinceramente que en este tema no hay ninguna verdad absoluta.


La decisión de qué creer, ahora sí, se las dejo a ustedes ^^