lunes, 2 de agosto de 2010

Publicidad engañosa

¿Quién no sintió alguna vez que le dieron “gato por liebre"? ¿Que compraron un producto después de que el vendedor les hablara maravillas de él, y nada más llegar a su casa se empezó a desarmar? ¿Quién no hizo el coraje de su vida porque trató de devolver un artículo defectuoso que parecía excelente… y se topó con un letrerito de “No hay devoluciones?" Y todavía peor, cuando trató de hablar con el vendedor, hasta terminó escuchando un “Ya lo compraste, ya te fregaste”.


A mí me ha pasado, y no es agradable. Más que perder mi dinero, siempre me molesta la sensación de que me estafaron, que se burlaron de mí… que el vendedor sabía perfectamente lo que me estaba vendiendo y lo disfrazó astutamente para que yo no me diera cuenta hasta que fuera tarde.

Estoy segura que todos sabemos lo que es eso, y que el coraje contra el vendedor nos dura un buen rato… que en nuestras manifestaciones de molestia solemos acordarnos de la madre, padre, abuelos y antepasados del sinvergüenza en cuestión. Y también sé que muchos de nosotros juramos por todo lo que nos es sagrado que jamás, JAMÁS, vamos a volver a poner un pie en esa tienda.


... Pero generalmente no pasa de ahí. Nos vamos a otra tienda, compramos un producto que sí funcione… y ya, problema solucionado. Aparte del coraje y el dinero perdido, no hay otra cosa que lamentar.

Pero...



¿Qué pasa cuando esta mala experiencia nos ocurre con cosas más “serias”? ¿Con cosas que no tan fácilmente podemos tirar a la basura y reemplazar por otras? ¿Qué pasa cuando sufrimos esta situación… con personas?

Estoy segura que todos lo hemos visto pasar también. Un par de personas que en un inicio se llevaban maravillosamente bien, un buen día ya no se soportan. La conclusión a la que se suelen llegar ambos es que el otro “cambió”. Y ahí es cuando escuchamos las frases típicas: “De veras que has cambiado… ¡ya no te reconozco”, “si tú no eras así”, “pero mira nada más cómo se te ha puesto el carácter” “de haber sabido en lo que te ibas a convertir, ni loco te habría aceptado."

Yo pienso que no es que la gente cambie, sino que deja de lado la “Publicidad engañosa”.

Cuando recién conocemos a alguien tratamos de agradarle, mostramos nuestro mejor ángulo, omitimos lo negativo y tratamos, en general, de reprimir todas las malas reacciones...


... Estamos vendiendo, pues!! Tal como un vendedor en cualquier tienda, nosotros nos esforzamos mucho en lograr que la otra persona nos "compre"... y cuando alcanzamos nuestro cometido, alguna parte de nuestro cerebro nos dice: “listo, misión cumplida” y entonces… pues ya de pronto no vemos tan necesario seguir haciendo campaña publicitaria. Ya no nos esforzamos por ocultar aquellos defectos por miedo a que la otra persona salga corriendo… nos sentimos seguros porque ya compró... y ya no hay devolución.


Parece broma, pero no lo es. Y si me preguntan a mí, esta estrategia es PÉSIMA, porque al actuar así estamos engañando DELIBERADAMENTE a una persona. Si le mostramos sólo nuestra cara agradable, le estamos impidiendo que elija teniendo a la mano toda la información.

Pregúntense: si ustedes fueran a una tienda y les dijeran "te vendo este producto. Sí, es muy bonito y tiene muchas ventajas... pero te advierto que también corres el riesgo de batallar mucho con él porque es sumamente volátil. Y en condiciones adversas suele descontrolarse terriblemente. También te advierto que necesitarás comprarle muchos accesorios para que siga funcionando bien..." bueno, probablemente pensarían "este vendedor no quiere vender"... pero también es cierto que, si decidieran de todas maneras comprar el producto, cuando empiece a tener esas "fallas" que les anticipó, no se sentirían estafados porque desde el principio sabían lo que estaban comprando.


Y ese precisamente es mi punto.

Todos tenemos defectos. TODOS. La mayoría nos esforzamos en trabajar en ellos y minimizarlos... pero la verdad es que hay algunos que, bajo ciertas circunstancias, siempre saldrán a la luz sin que podamos evitarlos porque de alguna manera son parte de nuestra esencia. Yo, por ejemplo, siempre he sido caprichosa. Me gusta salirme con la mía. Unas veces no lo logro, lo acepto, pero siempre intento utilizando desde los métodos más sutiles hasta los más elaborados. Y es parte de mi naturaleza. Tal vez intento refrenarme, pero sale a relucir en pequeños detalles cotidianos que, sin ser pesimista, creo que nunca podría ser capaz de eliminar del todo.

¿Qué pasaría entonces si yo, deliberadamente, me esforzara por ocultar este defecto ante alguien que acabo de conocer? Muy posiblemente tendría éxito. Pero a la larga, con la convivencia y el trato diario, la persona se daría cuenta que soy caprichosa. Y si esta persona en cuestión ABORRECE este defecto... pues ya tendríamos un problema, porque yo le impedí que lo supiera desde un principio. Y tal vez, de haber tenido ese conocimiento, hubiese preferido mantener una buena distancia.

No digo que un solo defecto nos convierta en personas despreciables. Pero sí creo que todos tenemos ciertos estándares a la hora de decidir con quién relacionarnos. Repito, no se trata de que unas personas sean mejores que otras, sencillamente se trata de elecciones personales porque al fin y al cabo, todos los humanos somos diferentes. Es como los gustos en comidas: yo detesto el aguacate cuando muchas personas lo aman. A mí me fascinan las guayabas y mi papá no las puede ver ni en pintura. ¿Y significa eso que el aguacate sea malo o que las guayabas lo sean? No, sencillamente significa que mi padre y yo tenemos gustos diferentes.

De la misma manera, un "defecto" como la terquedad puede ser "soportable" para mí, pero inaguantable para alguien más. ¿De qué depende? De la forma de ser de cada persona.

Precisamente por esa variedad de pensamiento, es que creo que debemos ser honestos desde un principio. Lo más correcto es mostrarnos tal y como somos desde el comienzo, aún a riesgo de "caer mal", para que la persona que tenemos delante sepa a qué atenerse con nosotros.


Por supuesto, no digo con esto que nos lancemos a ser odiosos y olvidemos las más elementales reglas de civilidad... pero sí que no tratemos de fingir que somos "sensibles" si las cosas románticas nos importan un pimiento, por ejemplo. Se trata de ser sinceros y mostrar exactamente “lo que hay” desde un principio.


Siempre es más cómodo echarle la culpa al otro… pero yo opino que no se trata de escudarnos en el "debiste darte cuenta cómo era yo, no creí que estuviese ciego(a)"... se trata de hacernos justicia y verdaderamente "promocionar" lo que somos. Ser AUTÉNTICOS. Expresar con libertad lo que nos gusta y lo que no nos gusta, los mil detalles que nos conforman como persona... y dejar que los demás decidan si nos quieren en sus vidas.


Así, cuando atravesemos por esas circunstancias difíciles en las que se caen las máscaras y nos mostramos tal y como somos en realidad, no va a haber sorpresas. No va a haber reclamos del tipo "¿de dónde rayos te salió ese carácter tan malo?", "¿cómo que no toleras estas películas si a ti te encantaban?".


Vamos dejando de lado la "Publicidad engañosa"; es sano para nosotros (no viviremos "con el Jesús en la boca" temiendo que descubran la verdad), y es mejor para nuestros "clientes", que no se van a sentir timados (y furiosos) después :P

domingo, 11 de julio de 2010

Celos

Hace ya algo de tiempo me nació la incógnita. No viene al caso mencionar la ocasión exacta, ni los implicados... pero lo cierto es que un buen día me encontré preguntándome si acaso era bueno celar a nuestra pareja.

Para mí la respuesta obvia era "No", porque si hay dos cosas que valoro especialmente en una relación son la confianza y la libertad. Y a mi punto de vista, los celos pasaban por alto a ambos.

Recuerdo habérselo expuesto así a cierta persona (que de nueva cuenta es protegido por el anonimato :P) y su respuesta me dejó helada: "Los celos son malos, cierto... pero no celar en absoluto, eso también es malo. Me habla de desinterés".

¡¿QUE QUÉ?!

A ver, momento!! Entonces... ¿no hacer escándalo cuando se van con sus amigos a quién sabe dónde porque necesitan "tiempo entre hombres", aceptar que tengan muchas amigas (y algunas que les demuestran su cariño muuuy seguido), no indignarnos cuando demuestren que son suceptible a la belleza femenina que está a su alrededor... ¿eso es "desinterés"?

Pttt, confieso que esa idea me pareció sumamente absurda. Pero el tipo en cuestión me lo dijo con una seguridad tal, como si me estuviese contando una "verdad obvia", que me sembró la duda de si acaso no serían más las personas que tuvieran esa percepción.

Entonces empecé una mini-encuesta: "¿Es bueno celar a tu pareja? Argumenta tu respuesta".

Las respuestas me dejaron abrumada. La inmensa mayoría coincidió: "Los celos son malos... en exceso. Una ausencia de ellos también es fatal, porque tu pareja lo percibe como que te vale un pimiento"

Confieso que no lo podía creer. ¿De verdad alguien necesita que le arme un tango porque su amiga lo abraza? ¿O porque tiene una vida (que no sólo gira en torno a mí) y decide que quiere pasar el sábado con sus amigos? ¿hacer estas cosas demuestra mi "interés"?

Creo en la democracia, pero por esta ocasión decidí ir contra la mayoría. Yo no estoy a favor de los celos.

No me malinterpreten, eso no quiere decir que no los sienta. Al contrario. Paradójicamente, admito que soy una criatura absolutamente celosa.

Pero... creo que el hecho de luchar una batalla contra los celos, sea cual sea nuestra naturaleza, vale la pena si realmente amamos a la persona con la que estamos.

No sé ustedes, pero a mí me parece más "fácil" armar un escándalo si de repente me topo con que el hombre que tanto me interesa aparece frente a mis ojos con una mujer desconocida colgada del brazo. Y es más fácil porque es mi primera reacción. Seguir los impulsos siempre es sencillo.

En cambio, dominarme, serenar el enojo y tratar de pensar, de conceder a la persona el beneficio de la duda... eso no lo es. Es condenadamente complicado. Sobretodo (y esto también es difícil de admitir) cuando tenemos que luchar contra la inseguridad. Porque realmente todo este rollo de los celos nacen de la inseguridad.

Entiendo que cuando amamos a una persona queremos conservarla a nuestro lado. Y comprendo también que, enamorados como estamos, vemos a la persona como un ser maravilloso... que otras personas pueden admirar también. De repente nos parece lógico que todos los seres en el planeta estén interesadas en él/ella, y... bueno, si algunos de esos seres son más atractivos, más listos, más simpáticos y encima (¡no falla!) muestra un interés excesivo en esa persona que tanto amamos... pues ya está, inmediatamente nuestra cabeza empieza a maquinar escenarios en los que nuestra pareja se da cuenta de que él o ella es mejor que nosotros. ¿Qué hacemos entonces?

"No quiero que salgas tanto sin mí, ¿por qué tienen que comer juntos? ¡Me vale que sólo sean amigos!"... en fin, apuesto que ya se saben el "guión".

E insisto, al menos para mí, es tremendamente sencillo ponerme en modo "celos ON". Pero... ¿es justo para la otra persona? Creo que no.

No sé ustedes qué piensen al respecto, pero yo creo que entre dos personas que se quieren debe existir la CONFIANZA. Y el RESPETO, el suficiente como para dejar intacta la LIBERTAD de la otra persona. ¿Por qué creo esto? Bueno, si tienen una relación de pareja con alguien es porque (o al menos creo que deberían) le tienen una absoluta confianza. Si la persona anda con ustedes es por una razón muy sencilla: QUIERE estar con ustedes. Y sí, pueden haber personas más atractivas/simpáticas/listas/atléticas/etc allá afuera... pero a la persona que está con ustedes eso le vale un pimiento: las eligió a USTEDES. Por algo ha de ser, ¿no? Mi filosofía es "inocente hasta que se demuestre lo contrario" o, transladado a este terreno: "Mi confianza es absoluta mientras no me demuestren que no la merecen".

Honestamente no le veo el punto en dar rienda suelta a los celos (que insisto, TODOS sentimos) y hacerle pasar un mal rato a la persona que tanto queremos solo porque NO PODEMOS CONTROLAR NUESTRA INSEGURIDAD.

Tal vez puedan decir que lo siguiente que les voy a decir es un tanto (y sorry por la palabra) "valemadrista", pero en realidad lo creo: ¿Cuál es el punto de celar a una persona cuando, si no somos lo que realmente quiere/espera, tarde o temprano nos cambiará de todas formas? Lo más que podemos hacer es mostrarnos tal y cual somos... y dejar en la otra persona la decisión.

Al menos, esa es mi manera de concebir las cosas. ¿Cuál es la tuya?

P.D: Este post está dedicado a... una canción :P una canción que desde hace algo de tiempo no me deja tranquila, que revolotea por mi cabeza una y otra vez, y que justo cuando creo que ya la he olvidado vuelve al ataque y me tiene cantándola en los momentos más absurdos. No es que se relacione directamente con los "celos", pero tiene una línea que ayer, en un momento de "inspiración", me hizo volver a acordarme del tema. Es "Aunque no sea conmigo" con Enrique Bunbury. Escúchenla. Verdaderamente vale la pena.

domingo, 6 de junio de 2010

Al borde del acantilado



Bluma Zeigarnik fue una psicóloga que se interesó primero en estudiar un fenómeno en la conducta humana que más tarde, en su honor, se conocería como el “efecto Zeigarnik”. Consiste en el hecho de que un humano recuerda las cosas “inacabadas”, las tareas pendientes y todo aquello que “no terminó apropiadamente”, de forma mucho más vívida y recurrente que las que sí acabó bien.

Es frecuente que este fenómeno sea aprovechado por guionistas de series, películas o libros, por ejemplo, que gozan con darnos esos finales “cliffhangers”, palabra que básicamente quiere decir que lo dejan a uno al borde del acantilado, con una emoción muy fuerte y preguntándose cómo continuará todo. Que si el personaje principal recibe un balazo, que si cae por una cascada, si se encuentra nadando en el mar y de repente se avista un tiburón… todos esos finales que nos dejan rogando por más; esos son los Cliffhangers.

Pero la verdad, hoy escribí sobre esto porque creo que el efecto Zeigarnik y los finales Cliffhangers tienen una aplicación más allá de las historias que vemos en la tele o leemos en los libros: en nuestra propia vida.

¿Cuántos de nosotros no somos capaces de superar algo que acabó de manera traumática, o apresurada? ¿cuántos no nos aferramos a algo porque queremos una “continuación” de aquello que en su momento terminó tan mal? No nos pasa con las cosas de nuestra vida que acaban bien, no. Nos ocurre más bien con las cosas que nos dejaron “al borde del acantilado”.

Hoy no ando tan inspirada como para armar una larga divagación sobre esto; sólo quise compartirles la “explicación científica” de un efecto que puede llegar a estar muy presente (y ser terrible) en algún momento de nuestra vida.

domingo, 16 de mayo de 2010

El efecto mariposa



Hace unos días, mientras buscaba información sobre un músico llamado Ed Lorenz, me topé con la alusión a cierto científico estadounidense que comparte el nombre. Y la cosa se hubiera quedado ahí de no ser porque el científico en particular (fallecido hace un par de años) fue el creador de ese término por demás interesante del que ahora quiero hablar.

El efecto mariposa.

Confieso que por muchos años creí que ese término únicamente era el nombre peculiar que el director había querido ponerle a su película. Pero resulta que se refiere a algo mucho más interesante que más o menos puede resumirse en la frase que le da el nombre:



“El aleteo de una mariposa puede desencadenar un maremoto al otro lado del mundo”


El nombre también elude a los modelos matemáticos de Ed Lorenz para tratar de predecir el clima:


Como ven, el dibujo en cierta forma se parece a las alas de una mariposa y se refiere a que, partiendo de un mismo punto (el centro, por ejemplo) dependiendo de cómo se den las circunstancias y los “pequeños detalles” podemos terminar en direcciones complemente opuestas.

Según Ed Lorenz, hay cosas en esta vida (como el clima, por ejemplo), que dependen de tantos y tan variados factores que es muy difícil predecirlos con exactitud, porque la más leve variación en cualquiera de ellos puede provocar resultados muy diferentes.

Pienso que es cierto.

Según mi entendimiento, pequeños detalles cotidianos pueden cambiar dramáticamente una situación y llevarla por caminos completamente diferentes.

Digamos, por ejemplo, que hoy iré a comer a un restaurant. ¿Italiana, o japonesa? Me dirán que, efectos prácticos, una elección de este tipo tiene cero importancia en mi vida. Es una detalle nimio que para mañana habré olvidado. Quizá… y quizá no. Porque… ¿qué tal si al final me decidí por el restaurant de comida italiana, y quiso la casualidad de que ese día entrara un terrorista ahí e hiciera volar en pedazos el edificio? Si hubiese elegido la comida japonesa no me habría ocurrido nada. Y resultó que mi “pequeña decisión sin importancia” sí terminó influyendo en el curso (o fin) de mi vida.

Sí, ya sé que es un ejemplo extremista y muy… muy improbable (:P)

Pero mi punto es que pequeños actos hacen grandes diferencias. Y si dispusiésemos de tiempo para desentrañar las cadenas que llevan los “grandes sucesos” en nuestra vida, nos daríamos cuenta que fueron desencadenados por detalles muy pequeños.

Y les cuento otro ejemplo, esta vez verídico:

Hace poco más de un año entré a un concurso de conocimientos de administración. Los dos primeros lugares en esa ronda regional pasaban al nacional, a celebrarse en Mérida. Y… bueno, les cuento que en esa ocasión mi equipo y yo quedamos en segundo lugar… pero con una mínima diferencia con respecto al tercer lugar. De hecho, sólo un par de preguntas nos separaron de ellos.

... Y yo no puedo dejar de pensar que las dos preguntas correctas que marcaron la diferencia pudieron haber estado en esa ocasión en que le prestamos atención a algún profesor en alguna clase “aparentemente x, sin importancia”. Una clase en la que “no importaba” si entrábamos o no. O a lo mejor en alguna ocasión en la que le di vueltas a las páginas de un libro y me interesé por lo que estaba ahí. O cuando leí en alguna página de internet un dato para alguna exposición.

Cualquier cosa "sin importancia" pudo haber sido "la culpable" de que calificáramos.

Y vean, la diferencia de ese pequeño detalle significó pasar la ronda, ir a un viaje a un lugar hermoso, vivir una experiencia inolvidable y conocer personas maravillosas…

Un detalle. Pero toda la diferencia.

Y ejemplos como ese hay muchísimos. Pero no seré yo quién los aburra contándoselos :P.

Ya por último sólo les quiero compartir otra idea:

Maktub es un término que me ha fascinado desde hace muchos años. Significa “estaba escrito”. Y sí creo que hay cosas que “están destinadas a ser”…

… pero también creo que el destino necesita una buena mano para que pasen.

El camino es el que no está escrito, y nos corresponde a nosotros escribirlo diariamente con nuestros actos y decisiones cotidianas, con esos detalles que a veces menospreciamos por estar concentrados en las cosas “importantes”.

Yo creo que ningún acto es insignificante. Todo importa.

Tal como se dice en una magnífica película que volví a ver hace poco “Todo momento es extraordinario”. Y lo es, entre otras cosas, porque a cada momento estamos haciendo algo para cambiar nuestra vida. Para darle un rumbo.

Insisto, todo importa. No hay momento insignificante ni detalle pequeño, ni acto que podamos hacer pensando que “no repercutirá para nada en nuestra vida”. Estoy convencida que todo, absolutamente todo lo que hagamos importará de alguna manera, en algún momento. Quizá para bien, quizá para mal… quizá en una forma que no lleguemos a desentrañar por estar ligado a una interminable cadena de hechos…

Pero importa.

Y para mí, ese es un motivo más para que esto de vivir sea una cosa apasionante.

miércoles, 10 de marzo de 2010

El mejor escenario

Como muchos de ustedes ya sabrán, estudio administración de empresas. Y les cuento que el día de hoy, durante la cátedra de una de las mejores maestras que he tenido en toda mi carrera (Saludos a la maestra Claudia si algún día lee esto :P) abordamos un tema que me parece sumamente interesante y que quisiera compartirles.

*Inicia comercial académico. Si eres LAE o estás muy familiarizado con el FODA, puedes brincarte esta parte y saltarte al punto polémico del post :P si no es el caso, y crees que puedes aguantar mi (no) aburrido sermón didáctico, acá te va una información preliminar para que veas de qué va el asunto*

Cuando se trata de estudiar la situación de una organización, la Administración tiene una herramienta muuuuy usada llamada Matriz FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas). El punto central aquí es evaluar objetivamente una empresa desde el punto de vista interno y que está bajo tu control (tus fortalezas y debilidades) como desde el punto de vista externo y que no puedes controlar (como tus Oportunidades y Amenazas).

Para evaluar personas funciona igual: todos tenemos factores internos (fortalezas y debilidades) que dependen de nosotros, y factores externos (Oportunidades y Amenazas) que por más que brinquemos o pataleemos no están en nuestras manos.

Gráficamente, se representa más o menos así:



Resulta que, con base a la matriz FODA, hay 4 escenarios posibles: FO, DO, FA y DA. El más “trágico” como lo describió mi maestra, es el DA (Debilidades y Amenazas) y se refiere a la situación en la que estás en un ambiente lleno de amenazas, y encima tienes muchas debilidades.

El segundo escenario es DO, que consiste en tener debilidades, pero a la vez estar rodeado de un ambiente donde haya muchas oportunidades.

El tercer escenario, FA, se refiere a encontrarse en un ambiente lleno de amenazas, pero contar con enormes fortalezas, y,

El FO, el llamado “escenario ideal” en el que tienes grandes fortalezas, pero también estás rodeado de grandes oportunidades.

*Fin del comercial académico*

Total, el punto que realmente me desató polémica, el que me despertó la idea de escribir esta entrada, fueron las “clasificaciones” de los escenarios” de los que habló mi maestra. No estuve de acuerdo con eso de “el más afortunado” y “el más trágico”. Me explico mejor.

Personalmente, encontraría mucho más frustrante y trágico encontrarme en el escenario DO; es decir, rodeada de oportunidades, pero imposibilitada para alcanzarlas debido a mis propias debilidades. O expresado llanamente, que por confiada, taruga o poco preparada dejara ir una oportunidad de oro frente a mis narices.

Eso, para mí, es el peor escenario. Que el ambiente me favorezca pero que, por mis propias limitaciones (que, por cierto, está en mis manos corregir) no pueda sacar provecho de ello.

Y el llamado “mejor escenario”, ese donde se tienen fortalezas y a la vez el ambiente está plagado de oportunidades, tampoco me parece que se merezca ese título.

No digo que me agrade que todo en mi vida sean dificultades; pero he de reconocer que encuentro más fascinante la perspectiva de enfrentarme a retos difíciles teniendo las herramientas para ello, que contar con dichas armas y no emplearlas jamás porque el ambiente es benévolo y poco amenazante.

En resumen, para mí es un privilegio pensar que las constantes “amenazas” de la vida son retos para mis fortalezas. Y vencerlos, darme cuenta que fue mi esfuerzo el que me hizo superar los obstáculos… ese para mí es el mejor escenario.

El FA, es pues, mi ambiente ideal. El DO el peor.

Para mí no es trágico que una oportunidad no se haya presentado nunca, para mí lo trágico es no haberla aprovechado.

Para mí es genial ser ayudado por el entorno. Pero es más genial ser ayudado por mi propio esfuerzo.

Claro, hay ocasiones en que tampoco viene mal un poco de “suerte”. Pero si me preguntan a mí, son los triunfos que conseguí con mi esfuerzo los que me dejaron una satisfacción mayor que los que conseguí porque “el ambiente era propicio”.

No digo tampoco que no haya mérito en saber aprovechar las oportunidades. Eso también es una cualidad. Pero de nuevo, y ya es totalmente una apreciación personal, es más apasionante tener desafíos y fortalezas que fortalezas y oportunidades.

No sé si en un futuro piense diferente y prefiera una vida sosegada y libre de amenazas. Pero en este momento, a mis 21 años, un poco de “problemas” son algo que le pido a la vida para mantener el cerebro “engrasado” y el corazón en su lugar ^^.

¿Ustedes… qué piensan?

domingo, 14 de febrero de 2010

Lo que es el amor

14 de febrero, el día conocido por excelencia como “Del amor y la amistad”. Un día para regalar tarjetas y chocolates, repartir abrazos y, en general, decir en voz alta eso que nos llena todo el año.

No vine a discutir lo poco conveniente que es dedicar un solo día a ello (creo que ya es sermón muy conocido), sino a tratar de esclarecer un misterio que viene a cuento en esta fecha:

¿Qué es el amor?

Bueno, de inicio la tarea no parecía demasiado sencilla, así que decidí realizar esta investigación de manera “seria”.
Empecé por consultar diccionarios gordos con letra pequeñita y también a San Google en busca de ideas. Y he aquí algunos de los resultados que esta primera fase me arrojó:

"Conjunto de sentimientos positivos que ligan una persona a otra, o bien a las cosas, ideas, etc."

"Sentimiento afectivo que se experimenta hacia una persona, animal o cosa"

"Sentimiento que experimenta un sujeto hacia un objeto que considera bueno o deseable"

"Estado psíquico a menudo pasional de dependencia al objeto amado"


La verdad es que no me quedé satisfecha. A todas las “definiciones” les encontré mil objeciones. Una vez leí por ahí a un autor que se burló de los "teóricos" diciendo que si ellos quieren estudiar a un caballo, en lugar de ir a verlo, se sientan a pensar: "¿cómo me sentiría yo si fuera un caballo?". Me di cuenta de que es exactamente lo que estaba haciendo, así que eché al suelo los diccionarios y me lancé a encuestar amigos y familiares para preguntarles cómo definirían el amor. He aquí algunas de las respuestas:


“El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta…” - Corintios 13: 4-7 (citado por Josafat)

"Amor es cuando platicas con alguien y nunca te aburre lo que tenga que decir. Amor es esforzarse verdaderamente por entender a la otra persona, y respetarla..." (Prefiere ser citada como Xiang Kin)

"El amor es lo que le hace falta al mundo para cambiar" (EDRC)

"No sé, no podría definirlo... déjame pensarlo" (LALRT)

"Dicen que se puede ver por los parques.....que a veces ronda por los centros comerciales....alguna ves lo vi en algún cine....y lo ves seguido al ver a tu madre" (Pedro Figueroa)

"Creo que el intento humano de querer medir todo....perjudica el amor...el sentimiento....pues cada quien tiene su métrica para el amor...a veces nada comparable" (Pedro Figueroa)

"Si le preguntas a una mujer enamorada.....te dirá que el amor tiene nombre masculino......si le preguntas a un hombre enamorado…tendrá un nombre femenino...si le preguntas a un cura....te dirá Dios...si le preguntas a mamá...su hijo....si le preguntas a un niño...su perrito....." (Pedro Figueroa)

"El amor es todo....está por encima de cualquier sentimiento.....de cualquier medicina...de cualquier droga...es el idioma de la noche....el aroma de la mañana....de un domingo soleado.....el amor ha creado y parado guerras...es fuego para muchas pasiones" (Pedro Figueroa –como ven, de que se inspira, se inspira ^^)

“Amor es cuando alguien me toma de la mano, no para jalarme hacia delante impidiendo que avance con mis propias fuerzas, sino por la sencilla razón de que desea sentir sus dedos entre los míos” (Yo :P)

“Amor es cuando tu perro te lame la cara, aunque tú lo dejas solo el día entero” (esta la leí en un mail, y fue dicha por un niña de 4 años)

“Ahm… ehm… pues… no es fácil definirlo te diré. Además creo que si hubiera una definición ya hecha se perdería el sentido, ¿no te parece?” (Mi hermano)

“El amor no tiene tiempo, sólo instantes, instantes que se quedan en el corazón para siempre” (Marthis)

"El amor es algo tan grande y tan indescriptible..." (GAGDSC)




En lo particular, y aún cuando líneas arriba traté de dar una definición, creo que la conclusión de esta mini investigación es que el amor no puede definirse de una sola manera. Cada cual lo siente y lo vive de manera diferente porque no es un “producto” de una sola presentación, sino que adopta formas diferentes.

Y lo creo porque he visto situaciones que me han hecho pensar: "esto es amor" y son de naturaleza y circunstancias totalmente diferentes. Ahí les van algunas:

Hace días vi a una mujer poniendo atención a los argumentos de su pequeño hijito de 3 años sobre algo muy importante para él: un juguete desarmable…

Mi padre, cuando juega béisbol en agosto, al rayo del sol, y trae una sonrisa de emoción…

Ver a mi jefe sin percatarse de la hora cuando está inmerso en un trabajo que disfruta…

Ver a un profesor que imparte clase como si la vida le fuera en ello, viviendo y creyendo en cada una de sus palabras…

Ver a mi madre levantándose a una hora absurdamente temprana, sólo con el objetivo de preparar el desayuno (que sabe que de otra forma nos saltaríamos).


La respuesta de un amigo cuando le pregunté sobre las personas que admiraba y me contestó que "en lo sentimental a mi madre, por lo luchona que es"



En fin, un largo etcétera...

Son tantas formas, tantas palabras, tantos modos diferentes de vivir...


... Pero si me piden que me esfuerce en identificar qué tienen en común, concluiría que comparten una cualidad inalterable…

… y es que nos hace sentirnos vivos!!


Porque independientemente del tipo de amor del que hablemos, siempre tiene el poder de motivarnos, de movernos a intentarlo otra vez, de corregir el rumbo, de sonreír más, de poner todo de nuestra parte, de atrevernos!! En conjunto: DE VIVIR...

Les dejo con una imagen que ayer vi en una revista y que me fascinó tanto que quise compartírselas. Basta ver la forma en que se miran esas dos personas para entender que “eso” es el amor. Una imagen que para mí significa que, aunque pasen los años y se modifican las formas de vida, la esencia de las cosas importantes permanece inamovible. Como dirían por ahí: "El amor nunca deja de ser..."

martes, 19 de enero de 2010

Si amas a alguien, déjalo ir...

Al menos eso dice el dicho y la sabiduría popular le da la razón. En lo particular es un tema que me desata muchos dilemas y sentimientos encontrados y precisamente por eso quisiera comentarlo hoy. Supongo que compartir las ideas ayuda a ponerlas en perspectiva.

Total, les cuento que hoy se me ocurrió pensar en esto por tres motivos.

El primero es que ayer se cumplieron 5 años desde que una persona que yo amaba mucho murió.

Antes de su muerte me aferré a él deseando con todas mis fuerzas que se quedara... sin darme cuenta que la cosa no tenía remedio, que ya sólo estaba sufriendo y que era más justo y humano que por fin descansara. Y cuando me tocó asistir a su funeral, ver cerrarse el ataúd y meterme en la cabeza que esa era la última vez que lo vería... supongo que durante mucho tiempo preferí evadir el pensamiento.

Pero con el tiempo me he dado cuenta que lo más sano y lo más correcto es precisamente "dejar ir". Porque el mundo no se detiene a pesar de todo y tenemos que continuar viviendo. Porque la persona que se nos fue se pondría muy triste si de alguna manera pudiera vernos así. Y porque he llegado a creer que aceptar la muerte de un ser querido es en parte un regalo que le hacemos a esa persona. Dejarla ir sin detenerla con nuestra amargura, para que si realmente existe un camino que seguir tras la muerte, pueda tomarlo sin tener que detenerse para tratar de consolarnos.

En este caso, "dejar ir" tiene un punto de irracionalidad, casi de locura... aunque prefiero pensar que tiene que ver con la fe. Dejamos ir porque nos convencemos de que, de alguna manera que no comprendemos, es lo mejor para nuestro ser amado. Y aunque una parte muy grande de mi cabeza se ha mantenido gritando "no"... a mí me ha ayudado la esperanza de que sí.



El segundo caso que se me viene a la mente con eso de "dejar ir" tiene que ver con que dos de mis mejores amigas se van de intercambio. Una de ellas al DF... la otra hasta España.

No niego que la idea de que vayan de intercambio... la verdad es que sí me tiene, por decir poco, nerviosa. ¿Solas, a miles y miles de kilómetros de su familia y amigos, desconociendo por completo el entorno...? Cierto, la experiencia será fascinante y pueden aprender muchas cosas pero... ¡tan lejos!

Igual y sé que no tiene ningún caso darle rienda suelta al síndrome preocupón agudo :P mejor me mentalizo que son mujeres fuertes e independientes que pueden con este reto (y lo son). "Si amas a alguien, déjalo ir..." Es algo que quieren hacer, entonces para mí está bien. Que vayan si las hace felices.

Y que me perdonen las dos por ponerlas en evidencia, pero también está el asunto del amor :P. Se van de intercambio y dejan a los novios, obviamente. Ambos individuos pudieron haber dicho algo así como: "¡¡¡por mí no vas ni a la esquinaaaaa!!! Seis meses sin vernos, que horror". Pero nuevamente el famoso dicho: "si amas a alguien, déjalo ir" se impuso (es eso o no les quedó de otra, pero supongo que lo que cuenta son los hechos :P)

Creo que la naturaleza de mi preocupación es un poco como el de una madre que sabe, por ejemplo, que es necesario dejar jugar al niño sin estar encima de él todo el tiempo. Un padre sabe que no podrá sostenerle la bicicleta a su hija todo el rato, en algún momento le tendrá que soltar para que intente mantener el equilibrio por sí misma... De igual manera estoy segura que muchos de los amigos y familiares de este par de aventureras nos sentimos incómodos ante la perspectiva de que se van a ir a un sitio donde, por bastante tiempo, nos será imposible acudir a su lado si les llega a surgir un problema. Todo lo que podremos hacer es sonreírles a lo lejos y mandarles mensajes de apoyo. Pero nada de abrazos si una situación se pone fea, nada de poder mirar frente a frente para escuchar de primera mano las historias que les surjan... Esa parte del panorama no me parece demasiado bonito. Pero volvemos a lo mismo, si es lo que quieren se les apoya. Ni modo, hay que "dejar ir".

Hasta aquí puedo concluir que a veces, aunque "dejar ir" sea difícil, nos angustie o incomode... a veces lo hacemos para hacer feliz a una persona que para nosotros es querida.

Los seres que amamos necesitan crecer, desarrollarse, quizá descubrir cosas por sí mismos... y no siempre podremos estar ahí. Hay batallas que una persona debe librar sola. Y a veces se vuelve necesario "dejarlos ir" sin amargarnos con pensamientos del tipo: ¿pero por qué no puedo estar con él/ella?


El tercer motivo que hizo surgir este blog es una situación que prefiero no comentar, pero que me puso a pensar en todas aquellas ocasiones en las que "dejar ir" algo que amamos es, a la larga, la mejor idea tanto para esa persona como para nosotros mismos.

Se me ocurre, por ejemplo, el caso del león Christian y sus dueños. Si ponen eso en youtube van a observar un video que te cuenta cómo un par de jóvenes de alguna manera se hicieron con un cachorro de león y empezaron a criarlo. Pero claro, llegó un momento en que Christian, a pesar de portarse como un gatito y ser cariñoso con sus dueños, tenía unas zarpas afiladas con las cuales rasgar los muebles (y sus cuellos, si alguna vez llegaba a proponérselo) comía más de lo que ellos podían pagar y necesitaba más espacio del que podían darle. Entonces decidieron llevarle a un lugar en África donde podría crecer feliz y libre.

En esa situación, según creo, "dejaron ir" por el bienestar tanto del león, como de ellos mismos. Era la mejor decisión aunque supongo que no por ello dejó de ser menos difícil; después de todo se habían encariñado mucho con el animalito y les gustaba tenerlo a su lado.

Pero nuevamente, supongo que las circunstancias particulares de este caso fueron las que definieron la decisión. Si Christian hubiera sido un gato grande o un San Bernardo habrían podido arreglárselas. Pero un león... por más que quisieran sencillamente no podía ser.

Ejemplos como este se me ocurren muchos (no tan extremos, pero similares pues :P). Supongo que el truco en estos casos es no gastar energías maldiciendo las circunstancias, sino aceptar que son así y tratar de hacer lo mejor ante ellas. No se trata de ser pesimista, sino realista. Si este par de muchachos que eran dueños del león se hubieran obstinado en mantenerlo consigo, pensando que "podían hacerlo"... bueno, en mi opinión sólo habrían demostrado una imposibilidad de ver la realidad y eso, a la larga, los habría terminado dañando a ellos y también al león que tanto querían.

Así, vistos los tres ejemplos insisto: Dejar ir es a veces lo mejor que podemos hacer por una persona que amamos.

... Pero no es fácil. Aún ahora que lo escribo me doy cuenta que es muchísimo más sencillo decirlo que hacerlo; "dejar ir" es una cosa que aún me cuesta y me está costando mucho trabajo.


...


Total, supongo que es cuestión de enfoques y la postura de cada quien dependerá de las situaciones que le ha tocado vivir. Esta es (al menos por ahora :P) la mía.


...



Y bueno, ya hablando en un tono más ligero, les cuento que mientras escribía esto se me ocurrió buscar en internet la frase y me topé con el siguiente chiste referente a ella. Me hizo reír mucho y aquí se los comparto.


Original:

Si amas a alguien déjalo ir. Si regresa, es tuyo. Si no vuelve... nunca lo fue.


Algunas variantes:


Versión del pesimista: "Si amas a alguien, déjalo ir; si como era de esperarse, no vuelve, nunca fue tuyo.

Versión del optimista:"Si amas a alguien, déjalo ir y no te preocupes, que seguramente volverá"

Versión del desconfiado: "Si amas a alguien, déjalo ir y, si acaso vuelve, pregúntale por qué volvió, dónde estuvo y porque rayos se tardó tanto"

Versión del impaciente: "Si amas a alguien, déjalo ir; si no vuelve en las próximas dos horas, llama a la Policía y contacta a todos tus conocidos para que se pongan a buscarlo".

Versión del paciente: "Si amas a alguien, déjalo ir; si no vuelve, ponte cómodo y sigue esperando hasta la eternidad, que algún día volverá ese hijo de rata".


Versión del juguetón: "Si amas a alguien, déjalo ir; si vuelve y todavía lo amas, déjalo ir otra vez; y así sucesivamente".

Versión del vengativo: "Si amas a alguien, déjalo ir; si vuelve, vete tú para que sienta el maldito".


Versión del abogado: "Si amas a alguien, déjalo ir y busca en el Código Civil la parte que habla del abandono de hogar por parte de uno de los cónyuges. Y si te convienen los términos… ¡demándalo!".

Versión del estadístico: "Si amas a alguien, déjalo ir; si te quiere, las probabilidades que vuelva son de un 86.5 por ciento; si no te quiere, tus relaciones caen en el campo de lo improbable, con un margen de error de un 3 por ciento".


Versión del posesivo: "Si amas a alguien, NO LO DEJES IR, NO SEAS IDIOTA!!".



Versión del egoísta: "Si amas a alguien, no lo dejes ir. Y si no lo amas, tampoco lo dejes ir".


Versión del psicoanalista: "Si amas a alguien, déjalo ir; si vuelve es porque tu ego es muy dominante; si no se quiere ir, es porque ha creado lazos de dependencia contigo".


Versión del sonámbulo: "Si amas a alguien, déjalo ir; si vuelve, es una pesadilla; si no vuelve, debes estar soñando".


Versión del mercadólogo: "Si amas a alguien, déjalo ir; si vuelve, es una persona leal a su marca; si no vuelve, es hora de hacer un re-lanzamiento en un nuevo mercado".



Así que ya ven, todos podemos adoptar la versión que prefiramos y la actitud que queramos porque creo sinceramente que en este tema no hay ninguna verdad absoluta.


La decisión de qué creer, ahora sí, se las dejo a ustedes ^^