Y sin embargo, mirando en retrospectiva, puedo decir que aún creo con toda mi alma en las palabras que escribí en aquel entonces.
Las cosas más sencillas
Dicen que el tiempo nos vuelve sabios
Que la vida nos da paciencia y nos volvemos más centrados
Que hay un precio, sin embargo, he leído en varios labios
Y creo que quienes lo dicen no están para nada errados.
Me han dicho que más difícil es la vida al ser adulto
Que la ilusión y la magia se esfuman con la juventud
Y aunque no soy de la gente que a imágenes rinda culto.
Que sea verdad esa historia sí me llena de inquietud
Por eso hoy me cuestiono, con ansiedad desmedida
Si es verdad ese “secreto” que tanto ya me han contado
¿De que color será mi alma, y cómo veré mi vida
Cuando al menos cuarenta velas de mi pastel haya apagado?
¿Llegaré a reírme del niño que a Santa paciente espera
Aunque esa fe sobrepase mi fe hacia mi vida entera?
¿Me extrañaré del poeta, siempre en canciones inmerso
Y creeré que el humano tiene la verdad del universo?
¿Veré, pues, a las estrellas como simples bolas de gas
Y ya no querré pedirle un deseo a una estrella fugaz?
¿Y olvidaré que los ángeles viven en el cálido fulgor
De cualquier par de pupilas que me miren con amor?
Y llegaré a dudar que las olas saladas canten
Seré tan cerrada que no veré ni mi nariz
Dejaré que las arrugas sean las cosas que más me espanten
Y la mayor ambición de mi vida, será visitar París.
Y ocultaré esa fotografía en la cual salí espantosa
Olvidando que ese día me sentí en verdad dichosa.
Y me burlaré largamente de aquel joven andaluz
Que por contemplar las estrellas, no se subió al autobús.
Y ocultaré con vergüenza estos tenis tan manchados
Que arruiné por caminar muy contenta por los prados.
Y las aves me parecerán más hermosas en el suelo
Que cantando dulcemente mientras van surcando el cielo.
Y estaré tan orgullosa de en gran sociedad vivir
Que no veré si mi amigo siente ganas de morir.
Perderé mi enorme gusto por la magia de las ferias
Al percibir con gran susto que están llenas de bacterias.
Y cambiaré de banqueta al pasar un vagabundo
Aunque ese pobre anciano esté muy solo en el mundo.
Y juzgaré insano al hombre que cante mientras camina
Mientras me visto completa con ropa de seda fina.
Y ya no recordaré esa rosa, tan colorida y tan bella
Mejor compraré en las tiendas su aroma en una botella.
Y pensaré que los rayos del sol que se cuelan por mi ventana
Son una vil maldición que me despierta por la mañana.
Y empacaré mis preciosos sueños donde no los pueda ver
Creyendo que sólo prueban lo inmadura que solía ser.
Y me horrorizará la idea de apuntarme en un safari
Suspirando por la idea de comprarme algún Ferrari.
Y me quejaré de que el Sol me obliga a comprar bloqueadores
Sin recordar que el buen astro con su luz crece las flores.
Y pensaré que contemplar el amanecer es un acto irracional
Porque al fin que ni me ayuda en mi currículum profesional.
El amor eterno no será más que un elemento de cine barato
Y mi corazón estará siempre, bajo la suela de mi zapato.
Los niños me parecerán ingenuos por perdonar tan deprisa
E imprudentes por dar a cualquiera el calor de su sonrisa.
No seguiré pensando que mi fe mueve montañas
Cuando ni pueda arrancar el auto que se apague en las mañanas
Me sabré de memoria cifras de intereses e inflación
Mas el viento entre las hojas no será ya una canción.
Y mediré el valor de las horas por el sueldo que perciba
Ya no por los dulces ratos o sonrisas que reciba.
Dejaré de creer que quien muere está contento en el cielo
Porque la ciencia me dice que ya es sólo polvo del suelo.
Aunque el agua de la lluvia sea la más pura que ha habido
La maldeciré mil veces si es que empapa mi vestido.
Tampoco creeré al ver la inmensidad del cielo que todo en la vida es posible
Y que una magia divina rija el universo me parecerá absurdamente risible.
…
¿Eso es crecer? ¿Eso es madurar?
¡Pues no lo acepto!
No creo que el crecer exija que el hombre se vuelva insensible
A esa escalofriante regla con vehemencia me rebelo
Porque quiero, aunque adulta, seguir viendo lo invisible:
Que el crecimiento se mide, sí, pero de la cabeza hasta el cielo
Al crecer debemos conocer la fuente de la eterna juventud,
Que no es matarse de hambre ni correr diario diez millas
Más consiste en ser felices, en vivir con plenitud
Y aprender a ver lo hermoso en las cosas más sencillas.