domingo, 16 de mayo de 2010

El efecto mariposa



Hace unos días, mientras buscaba información sobre un músico llamado Ed Lorenz, me topé con la alusión a cierto científico estadounidense que comparte el nombre. Y la cosa se hubiera quedado ahí de no ser porque el científico en particular (fallecido hace un par de años) fue el creador de ese término por demás interesante del que ahora quiero hablar.

El efecto mariposa.

Confieso que por muchos años creí que ese término únicamente era el nombre peculiar que el director había querido ponerle a su película. Pero resulta que se refiere a algo mucho más interesante que más o menos puede resumirse en la frase que le da el nombre:



“El aleteo de una mariposa puede desencadenar un maremoto al otro lado del mundo”


El nombre también elude a los modelos matemáticos de Ed Lorenz para tratar de predecir el clima:


Como ven, el dibujo en cierta forma se parece a las alas de una mariposa y se refiere a que, partiendo de un mismo punto (el centro, por ejemplo) dependiendo de cómo se den las circunstancias y los “pequeños detalles” podemos terminar en direcciones complemente opuestas.

Según Ed Lorenz, hay cosas en esta vida (como el clima, por ejemplo), que dependen de tantos y tan variados factores que es muy difícil predecirlos con exactitud, porque la más leve variación en cualquiera de ellos puede provocar resultados muy diferentes.

Pienso que es cierto.

Según mi entendimiento, pequeños detalles cotidianos pueden cambiar dramáticamente una situación y llevarla por caminos completamente diferentes.

Digamos, por ejemplo, que hoy iré a comer a un restaurant. ¿Italiana, o japonesa? Me dirán que, efectos prácticos, una elección de este tipo tiene cero importancia en mi vida. Es una detalle nimio que para mañana habré olvidado. Quizá… y quizá no. Porque… ¿qué tal si al final me decidí por el restaurant de comida italiana, y quiso la casualidad de que ese día entrara un terrorista ahí e hiciera volar en pedazos el edificio? Si hubiese elegido la comida japonesa no me habría ocurrido nada. Y resultó que mi “pequeña decisión sin importancia” sí terminó influyendo en el curso (o fin) de mi vida.

Sí, ya sé que es un ejemplo extremista y muy… muy improbable (:P)

Pero mi punto es que pequeños actos hacen grandes diferencias. Y si dispusiésemos de tiempo para desentrañar las cadenas que llevan los “grandes sucesos” en nuestra vida, nos daríamos cuenta que fueron desencadenados por detalles muy pequeños.

Y les cuento otro ejemplo, esta vez verídico:

Hace poco más de un año entré a un concurso de conocimientos de administración. Los dos primeros lugares en esa ronda regional pasaban al nacional, a celebrarse en Mérida. Y… bueno, les cuento que en esa ocasión mi equipo y yo quedamos en segundo lugar… pero con una mínima diferencia con respecto al tercer lugar. De hecho, sólo un par de preguntas nos separaron de ellos.

... Y yo no puedo dejar de pensar que las dos preguntas correctas que marcaron la diferencia pudieron haber estado en esa ocasión en que le prestamos atención a algún profesor en alguna clase “aparentemente x, sin importancia”. Una clase en la que “no importaba” si entrábamos o no. O a lo mejor en alguna ocasión en la que le di vueltas a las páginas de un libro y me interesé por lo que estaba ahí. O cuando leí en alguna página de internet un dato para alguna exposición.

Cualquier cosa "sin importancia" pudo haber sido "la culpable" de que calificáramos.

Y vean, la diferencia de ese pequeño detalle significó pasar la ronda, ir a un viaje a un lugar hermoso, vivir una experiencia inolvidable y conocer personas maravillosas…

Un detalle. Pero toda la diferencia.

Y ejemplos como ese hay muchísimos. Pero no seré yo quién los aburra contándoselos :P.

Ya por último sólo les quiero compartir otra idea:

Maktub es un término que me ha fascinado desde hace muchos años. Significa “estaba escrito”. Y sí creo que hay cosas que “están destinadas a ser”…

… pero también creo que el destino necesita una buena mano para que pasen.

El camino es el que no está escrito, y nos corresponde a nosotros escribirlo diariamente con nuestros actos y decisiones cotidianas, con esos detalles que a veces menospreciamos por estar concentrados en las cosas “importantes”.

Yo creo que ningún acto es insignificante. Todo importa.

Tal como se dice en una magnífica película que volví a ver hace poco “Todo momento es extraordinario”. Y lo es, entre otras cosas, porque a cada momento estamos haciendo algo para cambiar nuestra vida. Para darle un rumbo.

Insisto, todo importa. No hay momento insignificante ni detalle pequeño, ni acto que podamos hacer pensando que “no repercutirá para nada en nuestra vida”. Estoy convencida que todo, absolutamente todo lo que hagamos importará de alguna manera, en algún momento. Quizá para bien, quizá para mal… quizá en una forma que no lleguemos a desentrañar por estar ligado a una interminable cadena de hechos…

Pero importa.

Y para mí, ese es un motivo más para que esto de vivir sea una cosa apasionante.